jueves, 9 de enero de 2014

El Estado de México y su gente, ¡únicos! – Un Legado indígena invaluable

Composición social -  El Pueblo del Estado de México

El Estado de México es pluricultural y pluriétnico, y se sustenta en sus pueblos y comunidades indígenas cuyas raíces históricas y culturales se entrelazan con las que constituyen las distintas civilizaciones prehispánicas. Comunidades que, existen desde antes de la formación del Estado de México y ayudaron a la conformación política y territorial de dicho Estado. Descienden de poblaciones que habitaban en una región geográfica al iniciarse la colonización dentro de lo que hoy corresponde a las actuales fronteras estatales y que conservan sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas.
De acuerdo con la Ley de Derechos y Cultura Indígena del Estado de México, en el estado se reconoce la existencia de los siguientes pueblos indígenas:


-          Matlazinca: Su organización social tradicional está vinculada a los aspectos religiosos, pues tienen figuras relevantes como las del mayordomo, fiscal, fiscalitos y topiles que tienen como obligación organizar y financiar las celebraciones de los santos tutelares y otras festividades similares, además de otros cargos de índole civil.
Entre los matlatzincas subsisten costumbres y conocimiento de la medicina; también acuden a Teotenango capital matlatzinca y a la cumbre del Nevado de Toluca a efectuar ritos asociados con la petición de lluvias a la divinidad.
Centran su economía en la agricultura de temporal y en menor proporción en la de riego; cultivan maíz, fríjol, chile, cebada, avena, trigo, haba, papa y chícharo, los tres últimos con fines mercantiles y de autoconsumo. Es importante destacar la diversidad de cultivos en que se ocupa este pueblo, lo que le permite obtener ingresos económicos. Practican también, aunque en menor medida, la cría de borregos, cabras y especies menores. No obstante lo anterior, también se registra el fenómeno migratorio de los matlatzincas hacia las áreas metropolitanas de las ciudades de Toluca y de México, para emplearse temporalmente en las actividades de la economía informal. Los Matlatzincas poblaron el valle de Toluca y, sin embargo, prácticamente han desaparecido de éste, de manera que en la actualidad los descendientes de este pueblo se concentraron en la comunidad de San Francisco Oxtotilpan, del municipio de Temascaltepec.



-          Mazahua: Su organización social tradicional es igual a la de los matlazincas.
El pueblo mazahua ha conservado sus expresiones culturales mediante la lengua, la tradición oral, la música, la danza y las artesanías; su forma de vestir, su visión del mundo y sus prácticas rituales y religiosas, las cuales han sido transmitidas de una generación a otra, y más recientemente en su Centro Ceremonial. La lengua materna constituye el principal vínculo de comunicación e identidad dentro de la familia y la comunidad. Sin embargo, cada vez son más frecuentes los casos de niños que ya no aprenden o que ya no hablan su lengua materna.
La economía de las comunidades mazahuas se basa en la agricultura de bajo rendimiento, particularmente de maíz, cuyo cultivo constituye su actividad económica fundamental, la cual se complementa con los ingresos obtenidos por la elaboración de artesanías, así como los que consigue la población migrante, en actividades de los sectores secundario y terciario.
Se encuentran asentados en la región noroccidental y centro-occidental del estado, mayoritariamente en 13 municipios rurales que son: Villa Victoria, San Felipe del Progreso, San José del Rincón, Donato Guerra, Ixtapan del Oro, Villa de Allende, Almoloya de Juárez, Ixtlahuaca, Temascalcingo, El Oro, Jocotitlán, Atlacomulco y Valle de Bravo. Desde principios del siglo XVI, los Mazahuas han ocupado esta zona, que está integrada por una serie de montañas, lomas y valles en los que predomina el clima frío.

-          Nahua: Los nahuas que emigran y los que viven en las zonas urbanas, mantienen vínculos de identidad con su comunidad y con sus antecedentes culturales, a través de la familia y de su participación en las festividades religiosas de los santos patronos de sus respectivos poblados, así como en la organización social que con ese propósito generan.
A diferencia de otros grupos indígenas del Estado de México, la mayoría de la población nahua se asienta en municipios urbanos, por lo que ya no cultiva la tierra y está empleada permanentemente en los sectores secundario y terciario de la economía.
 Para 2005, se encontraban diseminados, en su gran mayoría, en municipios de la zona conurbada con la ciudad de México y el oriente del estado. Son los descendientes de quienes habitaron la Gran Tenochtitlán y las riberas de los lagos que la circundaban. También existe población Nahua en algunos municipios del valle de Toluca y el sur del estado.

-          Otomí: Si bien la religión está influenciada por el catolicismo, subsiste en algunas localidades, sobre todo en las más aisladas, un sustrato más tradicional, particularmente en lo que se refiere al culto a los muertos, la creencia en el nagualismo y la causalidad de las enfermedades y su curación.
En el ámbito cultural, la familia, la música, la danza, la tradición oral, el sistema de cargos para la organización de las principales festividades religiosas de la comunidad, el rito, el culto religioso, y más recientemente, a través de su Centro Ceremonial Otomí, han sido elementos fundamentales para la expresión, conservación y preservación de la identidad y personalidad de este pueblo indígena del Estado, poseedor de un amplio patrimonio cultural e histórico.
En las temporadas "libres" del ciclo agrícola, los hombres y mujeres otomíes emigran hacia las zonas metropolitanas de las ciudades de Toluca y México, con objeto de emplearse en el sector secundario o terciario de la economía, a fin de complementar sus ingresos. Las mujeres generalmente se emplean como trabajadoras domésticas.
La actividad agrícola, particularmente el cultivo de maíz, constituye la principal actividad económica de los otomíes; quienes, además, crían ovejas, cerdos, vacas, caballos y especies menores como pollos y conejos, entre otros, ya sea para autoconsumo o para la venta, sin que ello les genere ingresos económicos suficientes. En diversos municipios, los otomíes se dedican también a la producción y comercialización de artesanías y otros productos útiles para el trabajo doméstico.
Se asentaron en la región central del país desde principios del siglo XVI. Actualmente se localizan en una gran porción del territorio estatal; también se les encuentra en el Valle de México o en el Valle de Toluca. Sin embargo, su mayor concentración se tiene en el centro-norte de la entidad, hasta los límites con los Estados de Hidalgo y Querétaro, la excepción es el municipio de Amanalco, localizado hacia el sur del Estado.

-          Tlahuica: A través de su lengua, ritos, tradiciones y cultos, sustentan su identidad étnica y cultural. En el templo de San Juan Atzingo, guardan religiosamente las varas sagradas de ese pueblo y un teponaxtle también sagrado, que tiene cabeza de felino en el extremo superior. Únicamente se sacan las varas sagradas de la justicia y se toca el teponaxtle en ocasiones muy especiales como el 31 de enero, la Semana Santa y el 24 de junio; así como en las actos de cambios de autoridades religiosas y ceremonias propias de este pueblo indígena, como la que hacen cada año en honor al Sol, al inicio de la primavera.
La principal actividad económica de la población tlahuica es de carácter agropecuario. Sus cultivos son básicamente de temporal y sus principales productos son: maíz y frijol, para autoconsumo; haba, zanahoria, chícharo y papa tanto para el autoconsumo, como para su venta en el mercado local y, en algunos casos, el mercado regional.
Principalmente, habitan en las comunidades del municipio de Ocuilan: Ahuatenco, San Juan Atzingo, Santa Ana, Lomas de Tecalzingo, Santa Lucía, Col. Dr. Gustavo Baz, San José Totoc y Santa María Nativitas. 

*Nota: En el Estado de México la lengua indígena originaria “Tlahuica” se encuentra en grave riesgo de desaparecer, toda vez que factores como la marginación y pobreza de este pueblo, y la consecuente migración que derivan está generando que se tenga una cifra ínfima de 700 hablantes  en toda la entidad, misma cantidad a nivel nacional. “ (El Heraldo de México, 2013)



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